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Entre las calles Las Damas y la Isabel la
Catótica, al sur de la Iglesia de la Compañía de Jesús, se encuentra la
Plaza María de Toledo, nombrada así en honor de la que fuera la primera
virreina americana, esposa de Diego Colón, y organizadora de la primera
corte española en tierras americanas. No se trata de una plaza de la
colonia, sino de un lugar habilitado para conmemorar, recordar a una mujer
de notable cultura y dueña de una fuerte personalidad.
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María de Toledo perteneció a las familias de la
nobleza española, sobrina del Duque de Alba, de gran influencia en la
corte española, propició a la famí-lia Colón la alcurnia que nunca tuvo.
Vino a la isla de Santo Dorningo con un cargado
séquito de personajes de la nobleza, dando a la ciudad de Santo Domingo,
recién fundada, importancia de centro de poder.
Ligada para siempre a la vida de la isla, María de
Toledo vivió momentos de angustia cuando su esposo, gobernante sin grandes
dotes, fue sustituido, y luego repuesto en el cargo en 1521.
Bajo el virreinato de Diego, la industria
azucarera creció de manera importante, y el mismo Virrey tuvo ingenio en
la margen oriental del río Ozama, mientras la corte alcanzaba gran
esplendor. María de Toledo retornó a España nuevamente, cuando por segunda
vez fuera sustituido Diego, quien murió en 1526.
Se la vio retomar en 1544 trayendo, por
expreso deseo de Cristóbal Colón los restos del que fuera su suegro,
fallecido en Valladolid en el año de 1506. Una gran parte de la familia
Colón reposa en tierra dominicana. María de Toledo es recordada como una
digna consorte, mujer de grandes bríos que fue ejemplo de abnegación y
lucha contra los atropellos y las afrentas.
La llamada calle de Las Damas, en honor a
ella y a su corte, forma hoy parte del corazón mismo de la que fuera la
ciudad de la orilla occidental del Ozama, fundada por Frey Nicolás de
Ovando, en los principios del siglo XVI. |